José Carlos del Coso: Esta es mi opinión y afortunadamente solo tengo una. Le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.


12 de diciembre de 2013

Las deudas de Messi



La soledad de su taquilla delata su ausencia. Seguramente la haya dejado entre abierta por si alguien la necesita, diáfana de objetos pero llena de recuerdos. Aún quedan restos de celo que sujetaban una fotografía, y una fina hebra de césped desprendida de sus botas resiste en un rincón. Ese espacio aún huele a fútbol, hace tan poco tiempo que se fue y ya parece una eternidad. Con total seguridad sus compañeros aún busquen su silenciosa figura sentada junto a su santuario más íntimo en el descanso de los partidos. Todos han dejado de oír su tímida voz y su cálido acento abriéndose un paso solitario en los momentos de silencio. El sitio que ocupaba tan solo hace unas semanas ya no ofrece respuestas. Las miradas perdidas buscando milagros naturales en forma humana  descarrilan en el techo.


El resto del mundo sin saberlo degusta sucedáneos temporales, devoradores comunitarios de espacios vacíos, ocupas pasajeros de legados ajenos y beneficiarios de reputaciones machacadas. Las estrellas domésticas de cada sitio se baten en duelo por ocupar su vacante. La prensa iza nuevos mitos y exagera hitos sin tener en cuenta que la ausencia del auténtico dios del fútbol tiene fecha de caducidad. El rey mago de carne y hueso volverá a pasearse el 5 de enero por la ciudad condal con un balón bajo el brazo y un único regalo para los aficionados: Fútbol.

Mientras el calor del sol argentino endurece  sus músculos y ablanda su mente, Messi se aísla del fútbol a base de fútbol. La soledad del lesionado, la guerra de recuerdos infantiles que le hace recurrir a sus orígenes para reconstruir su destino. Vuelve la espalda a las patrañas infundadas e informaciones infumables europeas. Seguramente regrese cabreado, con su bíceps femoral perfecto pero sus tripas revueltas. No dejó ningún abogado en el palco del Camp Nou, su pierna izquierda será su única defensa. Trota silencioso como siempre en un campo de Ezeiza, porque ha decidido reservar  todas sus palabras para verterlas en la cancha. Allí comparte Mate con los utilleros de la AFA, entre sorbo y sorbo satisface algunas curiosidades catalanas, se queda callado, pierde su mirada en los cordones de sus botas mientras los ata y resta un nuevo día de recuperación. Su herida física ya ha cicatrizado y el balón se acerca a su pie, lo acaricia, lo mima, lo golpea.

Los aficionados culés, como el lisiado que busca su antigua mano en el muñón, buscan por acto reflejo el nombre de Messi en cada alineación. Se hace demasiado raro contemplar cualquier partido de cualquier equipo, como si el fútbol hubiese perdido parte de sí mismo durante todo este tiempo, como si alguien pudiese tener una conversación de fútbol sin acabar nombrando a Messi. Un mundo sin él, un anticipo prematuro del irresistible destino al que están abocados todos los jugadores, esa absurda sensación que despoja al fútbol de su embrujo cada vez que se retira algún excepcional futbolista. El Caso del argentino es mucho más evidente si cabe, porque la mayoría de futbolistas pasan por la historia, sin embargo él es historia.

La mano del diablo desgarró la pierna de dios para dejar a los amantes de los  principios futbolísticos sin la capacidad de escandalizarse. Los enemigos de lo ajeno sin saber que el jugador argentino nos pertenece a todos, aquellos a los que nunca sacudirá el síndrome de Stendhal, han decidido ignorar su ausencia renunciando a la idea de que la obra de Messi es auténtico arte moderno al alcance de cualquiera. No todos tienen presente su ausencia pero pocos se prestan a tenerla en cuenta, como si fuese uno más porque se ha lesionado, como si hubiese quedado por fin demostrado que no es dios porque sus piernas eran de carne, hueso y sangre. Como si su exilio fuese un sacrilegio al honor culé por haberse encaprichado de matar dos pájaros de un tiro: Recuperar su físico y proteger su mente.

Messi regresará con demasiadas cuentas pendientes con sus críticos, con sus difamadores, con su club y con sus admiradores. No tendrá la obligación pero demostrará lo que ya ha demostrado tantas veces, que es el mejor futbolista de todos los tiempos. Messi nos devolverá la convicción de que nada es imposible en un terreno de juego, de que se puede desafiar continuamente a la imaginación colectiva, de que se pueden romper cinturas con una mirada y de que se pueden construir pases imposibles sin mirar. Regresará con la misma certeza de que un minuto precede al siguiente, lo hará eliminando con su nombre esta monotonía futbolística con goles nunca vistos y nos devolverá a los amantes del fútbol todos estos partidos que nos debe.
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5 comentarios:

  1. Excelente. Cobrara sus deudas pendientes, eso es seguro.

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  2. Gran artículo como siempre XALAO... gracias por tus aportes y suerte con este bonito proyecto

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  3. Una vez más, Testigo en su línea. NUNCA defrauda. Artículo redactado para lectores inteligentes. Algunos se tragarán toda la porquería y suciedad que han escupido. Messi seguirá hablando sobre el césped. Seguirá dando lecciones de fútbol. La CLASE se tiene para siempre. Otros seguirán llorando, mendigando y dando muestras de un infantilismo y egoísmo enormes. Todos sabemos quien es el mejor futbolista de toda la historia. La central lechera a tragar y tragar. Hasta que Messi decida retirarse NO tiene rival. Es lógico y normal que les joda que Messi se recupere y vuelva al 100%. Los ha vacunado tantas veces...Por otro lado, parece que Neymar por fin ha despertado. Esperemos que mantenga el nivel y cumpla las expectativas. Es otro FUERA DE SERIE como la copa de un pino. Algunos ya están cagaditos...Saludos Testigo y lectores del blog.

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  4. Buen artículo, testigo. En España prácticamente han presentado el viaje de Messi a Argentina como una suerte de ostracismo, cuando en realidad es una cura de desintoxicación respecto al mal ambiente generado por los de siempre.

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  5. A la lesión, hay que añadir el hecho de que Messi siempre ha pasado las Navidades allá. Antes la caverna ponía el grito en el cielo, porque Pep le daba unos días más de vacaciones que al resto de jugadores, ¿os acordáis? Qué necios, si luego se cagaban nada más verle volver.

    Pues que vayan apretando el culo...

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