La fuerza bruta

El sábado pasado el Real Madrid disputó el peor partido que se le recuerda en los últimos treinta años. Un equipo sabe que ha tocado fondo cuando visita el Reino de Navarra y acaba el encuentro con un solo tiro a puerta en todo el partido. Jamás se vio tantísimo talento desperdiciado sobre un terreno de juego. Sería conveniente recordar que tras la llegada de Mourinho, la insuficiencia de la primera temporada se justificó por tratarse de un equipo en construcción. De esta temporada solo podemos decir que nos encontramos ante un conjunto en plena destrucción. Si el Madrid fichase hoy mismo a Fabio Capello, no sería descabellado pensar que su fichaje tendría como objetivo principal mejorar el juego del equipo blanco.

Osasuna jugó igual de mal que el Real Madrid, es el conjunto colista de la primera división con un presupuesto ínfimo y una ilusión máxima, “ego te absolvo”. El Madrid es el equipo que cuenta con el mayor presupuesto de la categoría y uno de los mayores  de Europa. Es completamente cierto que el conjunto madrileño no ha jugado y ni tan siquiera ha querido saber nada del juego en los últimos tres años salvo raras excepciones, sin embargo, en este último partido, el Madrid no solo faltó al respeto a sus aficionados, sino que además manchó el balón e insultó a cualquier espectador que tuviese la desafortunada idea de contemplar el partido. Un presidente medianamente inteligente ya se hubiese deshecho de los desechos de este entrenador sin tener que despedirlo. Tan solo tendría que tocarle su enorme e impresionante orgullo para que él solito, sin más ayuda, se deslizase por el suelo hasta la puerta. Porque hay que ser demasiado iluso para pensar que Mourinho puede tumbar al Manchester en Champions o al Barcelona en una hipotética y visto lo visto, sorprendente semifinal de Copa.

Si Sir Alex Ferguson hubiese hecho este fin de semana las de Mourinho, es decir, si se hubiese desplazado hasta Pamplona para estudiar a su futuro rival, las sensaciones serían muy claras: El Real Madrid es una buena plantilla convertida en un equipo limitado. La única duda que se llevaría para Inglaterra es si se equivocó de partido y en lugar de presenciar un Osasuna-Real Madrid, contempló un Éire-Éire.

En el mundo del fútbol, en la mayoría de ocasiones es muy difícil distribuir las responsabilidades de los logros y fracasos. En el caso de la situación actual madridista es bastante sencillo. Si el Equipo termina un partido lamentable y el entrenador está contento con la actuación de sus jugadores solo cabe pensar que el propio técnico es el que ha ordenado a los futbolistas esa ejecución del juego. Si Albiol o Varanne entienden su relación con el balón a través de patadones y su entrenador no critica la situación, quiere decir que es el propio técnico el que la alienta. Si Alonso, cerebro antaño y picapedrero ahora, limita su aportación ofensiva a colgar balones al área rival en lanzamientos de libres indirectos y su entrenador lo destaca, pues parece claro que el futbolista diluye su responsabilidad en su mediocre aportación. Mientras Mourinho ha convertido a un jugador técnico como Alonso en un tercer central, pretende extraer de un jugador musculoso como Khedira un talento inexistente. Si Arbeloa subió por su banda derecha por primera y última vez el 15 de diciembre de 2005 y a su entrenador le sirve eso, pues a brindar por su salud. Si Coentrao en el otro extremo del campo es un respiro para Mourinho, felicitaciones para ambos. A la par que el representante de Luka Modric ha engañado al Real Madrid con su precio, me da la sensación de que al futbolista Croata no le han contado toda la verdad del equipo por el que fichaba. Perdido entre sombras, a Modric le han encomendado la imposible tarea de poner orden en un centro del campo por donde nunca pasa el balón a menos de 10 metros de altura. Mientras Mourinho espera que Di María, Callejón o Higuaín le resuelvan la papeleta táctica en ataque al amparo del libre albedrío, Benzemá, Kaká y Ozil esperan en la sacristía de las almas perdidas. El menosprecio del talento en beneficio de la velocidad y el músculo. En el conjunto de Mourinho no hay ideas ni tampoco término medio. O todo talento o toda velocidad y músculo sobre el césped. Porque sus equipos son un fiel reflejo del técnico portugués donde todos son voluntarios de una lucha por ganar la guerra por la fuerza bruta.

El conjunto merengue posee probablemente la plantilla más cara del mundo y a pesar de todo carece de banquillo. Las contradicciones técnicas de Mourinho y el caos deportivo madridista encuentran su máxima expresión en fichar jugadores talentosos como Benzemá, Kaká, Ozil, Marcelo o Modric, para desplegar un juego que únicamente necesita la exigencia física. A Ozil se le pide una actitud que nunca tuvo y a Coentrao una aptitud que nunca tendrá. El jugador talentoso en el Real Madrid no solo ha perdido la batalla, sino que además ha de colaborar en la victoria de la imperiosa masa muscular.