A todo esto, pobre Karanka

Parecía imposible que Mourinho fuese a beber de su propia medicina y menos con una receta firmada por el propio Real Madrid. Ya se ha hecho público en varios medios de comunicación, incluso de signo editorial contrapuesto, que el técnico portugués no va a ganar nada este año. Acaba de perder ese escaño injusto que le situaba en la posición más cómoda posible: Cuando gana el Madrid, gana él, y cuando pierde el Madrid, pierden los jugadores. Los “enlaces sindicales” del conjunto blanco, Casillas y Ramos, han trasladado a la “patronal”, José Ángel Sánchez y Florentino Pérez, que el equipo camina solo, sin entrenador y que de darse un hipotético triunfo durante la temporada a los jugadores se les deberá porque han elegido la autogestión. Zarpazo a  la boca de José Mourinho que ni en sus peores pesadillas podría imaginar una peor situación, pues los jugadores madridistas han decidido empezar a emplear las mismas técnicas que hasta hace poco les ha enseñado su maestro durante tres años. El cadáver de José Mourinho ya huele a muerto, solo falta amortajarlo y tirarlo al Canal de la Mancha.

No imagino una situación más dolorosa que esta para un técnico que ha hecho de su ego su mayor patrimonio y de la prepotencia su peor defecto. Si el conjunto de Concha Espina gana la Champions, ganará la “décima” y no la “tercera” de su entrenador. Abandonado y humillado a su suerte, ante una situación tan atípica como esta, a Mourinho solo le quedará adoptar la posición de un viejo dinosaurio recorriendo los pasillos de Valdebebas. Por primera vez en su carrera, gane lo que gane, no ganará nada. Lo dicen sus propios jugadores y lo ha hecho público su propio club. Jupp Heynckes, aunque pocos lo tengan en cuenta, ganó la Copa de Europa más deseada por el madridismo, y sin embargo se le recuerda como un fantasma silencioso al que solo se le achacaban poderes de amordazado “alineador”. Fue el entrenador que nunca existió. La situación en la que estas informaciones dejan al actual entrenador blanco, no distará mucho de la que sufrió el técnico alemán. Lo que antaño fue un fantasma silencioso, ahora se transformará en un fantasma matizado en ruidoso.

Realmente, el único beneficiado de esta filtración es el propio presidente madridista que niega un ultimátum por parte de los futbolistas pero que no desmiente la teoría de la autogestión que anula el prestigio del entrenador. Comensal en la misma reunión con su mano derecha y con dos de los supuestos topos, Florentino Pérez acaba de encontrar la coartada perfecta para prescindir sin dudas de los servicios portugueses en la parcela técnica a final de temporada. De aquí a junio, pase lo que pase, el único personaje de esta historia que no pierde es el presidente. Si el Madrid gana la Champions, mantendrá la justificación perfecta para rescindir el contrato de su entrenador, pues el equipo ya está blindado contra la autoproclamación victoriosa de Mourinho. Si el Madrid no vence en ninguna competición, las culpas se repartirán, seguramente de forma justa o injusta pero  desigual, entre técnico y jugadores. Ya no hay vuelta atrás en la crónica para una muerte anunciada desde el pasado martes aunque intuida desde principios de temporada. Ya no hay lugar a la duda sobre la continuidad de Mourinho, acabe como acabe el Real Madrid.

Se sienta de forma clara lo que solo para algunos puede ser un precedente, para mí no, pues ya hay varios antecedentes de jugadores que han criticado a Mourinho tras haber estado bajo su mando. La pérdida de reputación del entrenador luso tras su paso por el Real Madrid puede ser titánica porque por primera vez se empieza a cuestionar la rentabilidad pública que se obtiene tras poner en una balanza la posibilidad de ganar algún título y la destrucción institucional. Sus principales virtudes han quedado destruidas de un solo plumazo ante una mesa y un mantel, pues habrá que poner en tela de juicio si realmente Mourinho es un buen gestor de grupos, un gran motivador o un talentoso exprimidor de virtudes ajenas. Las habilidades estratégicas y tácticas están claramente demostradas en el césped que no lo son.

A Mourinho de aquí a final de temporada solo le queda elegir qué postura quiere adoptar, la de callar y tragar o la de ser Mourinho hasta el minuto final. Una persona no se suele comportar de la misma forma al responder a situaciones similares, imagínense si se trata de personas con un carácter opuesto. Mourinho no es Jupp Heynckes y creo que hará un poco más de ruido. A todo esto, pobre Karanka.