Real Madrid, la joyería sin joyeros

Hace ya bastantes años que el Real Madrid no obtiene un jugador importante de su propio equipo filial, quizás el último haya sido Iker Casillas. Desde entonces han pasado doce años y nadie de la entidad blanca se empeña en analizar el problema y mucho menos en resolverlo. Ni tan siquiera un lateral rápido como Carvajal, un delantero fuerte como Negredo o un talentoso como Mata han podido cerrar su círculo madridista en su etapa de formación. Hablamos de futbolistas que salen por una ventana del Madrid porque agotan su paciencia y entran en otros equipos por la puerta grande en un intento desesperado de demostrar su fútbol. Son jóvenes futbolistas que aceptan en su frente por un tiempo el cartel de madridistas perdedores para cambiarlo a largo plazo por el de futbolistas triunfadores. Es una situación un poco extraña porque lo que le sirve al Sevilla o al Valencia no le sirve al Real Madrid, pero si le suele servir lo que le sobra al Chelsea.

La ciudad deportiva se ha convertido en un simple mercado secundario que Florentino Pérez utiliza cuando le conviene para saldar sus cuentas sentimentales y poder alardear de beneficios económicos entre los peñistas merengues. Valdebebas no es más que una simple fábrica de devorar ilusiones,  forma las piernas con la misma habilidad que deforma los corazones de los jóvenes jugadores madridistas que llevan luchando desde niños por alcanzar un sueño que ahora parece inalcanzable. No tienen la más mínima posibilidad, da igual que entre los canteranos haya un nuevo Raúl con otro nombre, porque de haberlo, nunca lo conoceremos.

Sumida en un problema estructural, más que coyuntural, la entidad blanca posee la errónea convicción de que la formación de un futbolista finaliza cuando acaba su presencia en las categorías inferiores. Nada más lejos de la realidad, pues el primer equipo ha de entenderse necesariamente como el último paso formativo de una carrera profesional. Actualmente, José Mourinho solo utiliza jugadores del equipo B con el único objetivo de justificar la existencia de Valdebebas y ahorrarse con pocos minutos, muchos titulares negativos. El técnico portugués solo reparte tiempo basura, partidos incompletos y momentos poco recomendables. Seguramente rece en el banquillo para que ningún canterano destaque en los cinco minutos de rigor y poder alejarse así de la ardua tarea de tener que completar su formación a instancias de la presión popular.

El nuevo combate dialéctico entre los medios de comunicación es saber si el Real Madrid posee buenos jugadores canteranos. La respuesta no puede ser más que negativa, de lo contrario, el técnico portugués se estaría equivocando en algo. El mensaje populista y facilón es que los jugadores jóvenes no suben al primer equipo porque son muy malos. En los tiempos que corren, afirmar que el problema viene porque no hay joyas en la ciudad deportiva de Valdebebas es más fácil y rentable que achacarle el problema a la falta de joyero en el Bernabéu. La obligación de un entrenador filial es escrutar el talento, separarlo y formarlo, la obligación de un primer entrenador como Mourinho es pulirlo y embellecerlo para posteriormente utilizarlo. Sin embargo, el técnico portugués nunca ha tenido la paciencia suficiente como para ponerse una enorme lupa sobre la frente, encender un flexo y con unas pinzas y una gran dosis de paciencia, empezar a tallar futuros valores al tiempo que dirige a los presentes. Aquí no perdemos el tiempo, debe rezar en la puerta de su despacho, aquí solo se compran joyas para luego revenderlas. Pensar que Mourinho va a perder un segundo de su tiempo en crear algo que no le va a reportar un beneficio material es completamente absurdo. Pues Mourinho solo construye aquello que se pueda facturar en un vuelo comercial de un país a otro. Un canterano no cabe en una mochila. La filosofía del técnico luso solo obedece al ahora y tiene la extraña habilidad de poner a disposición del club herramientas que solo sirven en su presencia y quedan obsoletas con su marcha. Solo valora lo que le sirve a él, aquí y ahora, no malgasta un esfuerzo en lo que le pueda servir al club y mucho menos a su sucesor mañana. Para qué va a invertir sus esfuerzos de cuatro años en perfilar un canterano, si solo permanece en los clubes tres años. No sembrará nada que pueda recoger otro.

Lo cierto es que el tiempo siempre ha jugado contra Mourinho, contra el Real Madrid, y por tanto, contra los propios canteranos. Florentino Pérez ha metido demasiada prisa y por eso ha fichado al entrenador instantáneo, pero con grumos. La entidad blanca siempre ha preferido acumular coyunturas a mantener una misma estructura. Los presidentes prefieren ganar dos ligas en su mandato que tres Champions en el mandato del presidente siguiente. La herida de la cantera madridista ya existía antes del fichaje de Mourinho y probablemente tarde muchos más años en cerrarse tras su marcha. El jugador fichado vende camisetas, el canterano solo regala sentimientos; el fichaje multimillonario genera comisiones individuales, el canterano es una cuenta de ahorros generalizados; El fichaje ofrece voracidad, el canterano lealtad. El Real Madrid en la última década  ha hecho del carpe diem triunfal un falso eslogan no escrito, a base de pensar en fichajes como sinónimo de victoria presente y se ha renegado de la cantera por riesgo de fracaso futuro.